Llegó el momento de despedirnos de esta magnífica ciudad para poner rumbo hacia Gansbaai. Este pueblo lo marcamos en la ruta porque es el principal puerto de partida para el avistamiento/buceo de tiburones. Pero el tiempo no nos acompañó esos días y decidimos no realizar esa actividad; Dedicaríamos ese par de días a descansar y recorrer la zona. ¡Comencemos!
Día 3. Península del Cabo
Antes de decir adiós a Ciudad del Cabo, nos acercamos a ‘The Rocks‘ un lugar que ofrece una panorámica de los Doce Apóstoles espectacular (Gracias Elena @viajatu :-)). Pero que nosotros no tuvimos la suerte de disfrutar gracias a unas nubes bajas se posicionaron en las montañas…Otra vez será!


Y ahora sí que sí comenzamos nuestra ruta por la Península del Cabo. Tomamos la Chapman’s Peak Drive; una carretera panorámica de peaje (R47) que nos recordó mucho al conocido Big Sur de California. Había bastantes apartaderos en los que dejar el coche y salir a disfrutar del paisaje que, sin lugar a dudas, no te deja indiferente. Además, ese día teníamos el clima de nuestra parte y no os voy a negar que mejoró aún más nuestra percepción de la zona.


Luego, nos dirigimos hacia el Cabo de Buena Esperanza. El lugar, aunque está situado a unos 70 km de la conocida montaña declarada una de las 7 maravillas naturales del mundo, forma parte del Parque Nacional Table Mountain. Y como tal, hay que pagar para entrar. Nosotros, la teníamos incluída en la Wildcard que habíamos comprado previamente, así que el paso por la garita fue más rápido 🙂
Durante el trayecto por esta sección del Parque Nacional nos encontramos con una familia de monos (baboons) y algún que otro avestruz. Nos pareció curiosa esta convivencia peculiar de especies. Seguro que tiene alguna explicación, o no, jajajaj. Antes de llegar al Cabo nos desviamos al faro que lleva su mismo nombre y compramos los tickets para subir en funicular. También se podía subir andando y estoy segura que el paisaje se disfruta mucho más, pero decidimos optar por lo cómodo ;-). Las vistas de las que disfrutamos desde allí fueron maravillosas. Nunca olvidaré ese azul del mar. Y el faro, sin duda, subió puntos en mi lista de favoritos. No había mucha gente y así se disfruta aún más.
Abajo en el Cabo de Buena Esperanza nos encontramos con más gente, sobre todo, haciendo cola para inmortalizar tu paso por allí. Pero nada comparado con otros lugares del mundo, donde va a parar. Ya os anticipo, que en nuestro paso por Sudáfrica, el llamado turismo masivo brilla por su ausencia (al menos, nuestra experiencia este agosto de 2022, fue así).
Tip: Para entrar a los Parques Nacionales, Reservas y otras ventajas podéis adquirir la Wildcard y así evitáis tener que pagar a la entrada de cada uno de ellos. En algunos casos puede que no os compense. Nosotros hicimos cálculos y decidimos que merecía la pena. Con mostrar la impresión del ticket en la entrada de cada Parque será suficiente. Pero tenéis más información en https://www.sanparks.org/wild_new/




Abandonamos el Parque Nacional para continuar hacia Boulders Beach donde también lo teníamos incluído en la Wildcard. Era la atracción del día más esperada. ¡Al fin veríamos pingüinos en libertad! Para seros sincera, pensábamos que se encontrarían en una playa salvaje alejada de todo y de todos, pero nada más diferente a la realidad; La entrada al parque estaba literalmente metida en el pueblo. Obviamente aquí encontramos muchos más turistas como nosotros deseando conocer a estos simpáticos animales y había habilitadas pasarelas que permitían acercarte a la colonia de pingüinos de forma cómoda. Estuvimos un buen rato fotografiándoles y observándoles. Fue un momento muy bonito y difícil de definir con palabras como muchos otros que viviríamos más adelante 🙂
De vuelta al parking habilitado, recogimos el coche y nos dirigimos a Fish Hoek donde Óscar tenía anotado un restaurante donde «se dice, se comenta» que sirve uno de los mejores `fish & chips’ del mundo. Y bueno, decir que Kalky’s resultó ser un lugar muy peculiar, ubicado en el puerto, donde no aceptaban tarjeta de crédito aunque disponían de un cajero en el mismo establecimiento :-). Y lo de uno de los mejores fish & chips del mundo, pues va a ser que no, pero estaban ricos y fueron bastante económicos. Así que todos felices!!
Cuando regresamos a nuestro coche nos encontramos con dos simpáticas focas que casi tenían la misma altura que Mario y ni que decir tiene que nos faltó tiempo para tomarles una instantánea. Seguramente fueran ya habitantes conocidas del lugar y que su amor por el pescado fresco tenía mucho que ver con su presencia allí 🙂
Nuestra última parada antes de coger carretera y manta fue la playa de Mulbenger, famosa por sus casetas de colores y su ambiente surfero. Había un oleaje increíble así que no me extraña que los surfistas la adoren. Nosotros fuímos a lo nuestro: a pasear por las casetas que no podían ser más fotogénicas. Que si grábame paseando, que si ahora todos juntos, otra en modo «antiinfluenser»…jajajaja Santa paciencia la de mis chicos…











Llegamos al Gansbaai a las 6 de la tarde, cuando ya estaba anocheciendo. Las anfitrionas de la casa nos estaban esperando y OMG, qué casa! Sabíamos que iba a ser grande pero la reservamos con tantos meses de antelación que ni nos acordábamos de que, en este caso, nos habíamos pasado. El alojamiento estaba literalmente pegado al mar en una urbanización tranquila no, lo siguiente. Allí es invierno en agosto y temporada baja así que os podéis imaginar que no había ni un alma paseando por allí. Salimos a comprar, ya de noche, a un Spar del pueblo para comprar la cena y nos recogimos en casa. Se levantó mucho viento así que imaginad cómo sentíamos el mar dentro de la casa, jajajaj. La casa estaba fría pero las dueñas nos habían dejado sábanas eléctricas que nuestros cuerpos agradecieron en el momento de meternos en la cama :-).
Habíamos llegado al final de nuestro tercer día en Sudáfrica…CONTINUARÁ!
