Site Loader

Día 15. Ruta Panorama

Ese día decidimos madrugar más. Queríamos hacer un último intento de Safari exitoso. Cogimos la misma carretera que la tarde anterior, porque era circular y nos parecía más accesible. Pero nada, la suerte no estaba de nuestra parte y vimos menos animales de lo esperado :-). Volvimos al alojamiento, desayunamos y ya sí que sí llegó el momento de despedirnos del Kruger.

Cuando llegamos a la salida más cercana, la vigilante se acercó a nuestro coche, comenzó a hablar y a contarnos una película de la que únicamente me quedé con la palabra ‘strike’. – Strike? (Espera, deja que piense que mi cerebro no va tan rápido con el inglés como desearía) ‘Strike’…. Ella nos decía: – Do you know what’s the meaning of strike? Pues no caigo. Ah sí! huelga? Y qué narices tiene que ver éso con no dejarnos pasar?. Nosotros sólo queríamos salir de allí!!! Y bueno, después de que nos pusiéramos muy farrucos decidieron dejarnos pasar pero con el comentario de ‘vosotros veréis, ya volveréis’. En fin, que con todo ello deducimos (sólo deducimos) que había una huelga unos kilómetros más allá y que tendríamos que dar marcha atrás porque tenían bloqueada la carretera. Así con con esa deducción de españoles que no entienden de cómo van las cosas en otro país, decidieron no tirar para adelante, hacer caso a las recomendaciones y dar un rodeo hacia otra salida 🙂

La siguiente salida estuvo ausente de incidencias. Volvíamos al mundo real y con muchas ganas de descubrir la ruta panorama. Peeeroooo a mitad de camino, atención! Carretera cortada por obras! Estuvimos como media hora parados esperando que dieran luz verde. Más retraso y más cansancio acumulado… Al fin llegamos a primera parada que teníamos marcada en nuestra ruta. Había mucho movimiento de turistas, pero pudimos disfrutar de las vistas sin agobios y en algunos lugares, casi solos. Las famosas Three Rondavels se nos presentaron como un photocall de infarto. Además, hacía un tiempo estupendo y ayudó bastante a tener una gran visibilidad de parte del cañón del río Blyde.Por cierto, como todos lugares de interés en la ruta panorama, tuvimos que pagar tickets por entrar pero el importe no fue muy significativo.

Después hemos vuelto sobre nuestros pasos bordeando el cañón hacia nuestro siguiente objetivo: Bouke´s Luck Potholes. Pagamos la entrada que, en este caso, nos pareció un poco excesiva y dejamos el coche en el parking habilitado. Tengo que decir que había una zona inmensa para hacer picnic, además de tiendas de artesanía y un un local donde poder picar algo. El lugar estaba bastante preparado para recibir visitantes. Y es que, al parecer, es uno de los puntos de interés más visitados de la zona.

Las formaciones geológicas originadas por la erosión del agua del cañón y su profundidad son únicas y no nos dejaron indiferentes. Pudimos pasear por allí y cruzar el río a través de pasarelas, aunque hay zonas que no las ví muy aptas para carritos o sillas de ruedas. Nos recordó, salvando las distancias, al cañón del Colorado por el color de la piedra y porque parecía que te habías teletransportado al lejano Oeste. A la salida, nos sentamos a picar algo rápido en la cafetería que había en el mismo parking. La calidad no era para echar cohetes, pero la comida estaba rica y era muy económica.

De camino hacia Graskop paramos en otro mirador previo pago por la entrada. Se trataba de las Berlin Falls. Más allá de las tiendecitas de artesanía, esta visita nos pareció más que prescindible. No caía mucha agua y estuvimos allí 5 minutos porque no vimos que pudiéramos hacer algún mini trecking que nos acercara algo más al salto de agua. Así que decidimos prescindir de las Lisbon Falls, que también, habíamos leído, recomendaban visitar, e ir directos hacia el mirador God’s Window (La ventana de Dios). Allí sí nos encontramos con bastante más afluencia de gente y pudimos hacer una subida, escaleras mediante, hacia su punto más alto para disfrutar sus vistas «celestiales». No sé si fue por el cansancio del viaje o porque nuestro primer punto en la ruta Panorama (The three Rondavels) nos había dejado sin habla, pero no nos impresionó tanto como esperábamos. Aún así, bien merece la pena pasear sin prisas y respirar hondo para admirar otra maravilla de la naturaleza.

Muy cercano a este mirador y a pocos kilómetros de Graskop, también se encuentra el Pinnacle Rock. Otro lugar peculiar donde poder disfrutar de unas vistas con una enorme roca de cuarcita de 30 metros de altura, como protagonista.

Dando nuestra ruta por finalizada, llegamos a nuestro alojamiento en el mismo Graskop: Dar Amane Guest House . Un oasis donde descansar y que invitaba a quedarse más días. De allí nos gustó todo, el recibimiento, la decoración y la cercanía al centro del pueblo. Lo reservamos desde booking aunque ahora no da esa opción.

Cuando nos acomodamos salimos a la que sería nuestra última noche en Sudáfrica y cenamos en un restaurante comida Sudafricana, exenta de la guarnición de patatas fritas que nos estuvo acompañando durante todo el viaje, jejeje. Abe’s at the Glass House Restaurant es pequeño, íntimo y la comida está deliciosa, así que desde aquí lo recomendamos sin dudarlo. Fue sin duda una despedida a lo grande!

Cuando llegamos al alojamiento, en el jardín tenían preparada una hoguera y nuestros ‘vecinos’, una familia de alemanes, estaban sentados en torno a ella. Decidimos unirnos a ellos y fue uno de esos momentos en los que recuerdas por qué nos gusta tanto viajar: aparte de lo obvio, conocer a otros viajeros y intercambiar impresiones siempre es muy guay.

Día 16. Despedida y cierre.

No teníamos prisa en salir. Nuestro avión despegaba ese mismo día a las 9:30 de la noche desde Johannesburgo y teníamos tiempo de sobra. Nos trajeron el desayuno en la magnífica terraza de la habitación y con mucha pena dijimos adiós al que fue uno de nuestros alojamientos favoritos del viaje.

Nuestras siguientes paradas fueron más o menos rápidas: una a 5 minutos del alojamiento donde se situaba un barranco en el que sólo unos pocos valientes tenían la opción de hacer puenting, tirolina y otras actividades de vértigo: Graskop Gorge Lift Co. Y luego, a las Mac Falls, con un acceso hasta ella más que mejorable y una puesta en escena que también ha vivido mejores épocas. Estas cascadas son realmente impresionantes y, al parecer hay unas piscinas y un área de picnic en la base que bien merecen una visita más larga. Nosotros nos quedamos sólo en el mirador y cogimos carretera y manta hacia el aeropuerto.

De camino, paramos a comer en una famosa estación de servicio llamada TotalEnerges Petroport N4 Alzu. Allí, había bastantes restaurantes donde picar algo y tenía unas explendidas vistas a una zona donde rinocerontes, búfalos, impalas, cebras y avestruces convivían en armonía. Resultaba un poco chocante verles allí en semilibertad después de venir del Kruger. También tenían un área infantil muy chula en la que Mario se quedó con las ganas de entrar. Vimos que esa zona era exclusiva de sólo uno de los restaurantes y nosotros ya habíamos comido en otro… Queda dicho para futuros viajeros con niños que decidan hacer una parada técnica allí 😉

Y ya sí que sí, dijimos adiós a Sudáfrica donde nuestro vuelo salió puntual pero la escala en Doha nos la habían reducido tanto que un empleado de Qatar nos esperó en la puerta de embarque para hacer la escala más corta de nuestras vidas, jajajaj; Desde nuestra aventura en Argentina no habíamos corrido tanto por un aeropuerto. Eso sí, al llegar a Madrid, ya nos avisaron por megáfono que nuestras maletas no habían tenido la misma suerte y no les había dado tiempo a embarcar. Así que vacíos de equipaje pero cargados de una nueva experiencia viajera inolvidable, regresamos a nuestra casa.

¿Volveremos a África? Creo que esa pregunta es fácil de contestar: Este continente aún tiene muchos ases guardados en su manga y estamos deseando ver como se hace la magia de nuevo 🙂

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *